¿Fue el terremoto de Haití un castigo de Dios?
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La reciente tragedia que afectó a millones de personas en Haití ha hecho que los mejores sentimientos de solidaridad humana se manifiesten por todo el mundo. Al igual que en ocasiones anteriores, liderados por los Estados Unidos de Norteamérica, las naciones del mundo se han volcado en ayuda de las víctimas de una catástrofe que no discriminó a nadie: pobres, ricos, religiosos, no religiosos, viejos, jóvenes, hombres y mujeres; todos fueron afectados por igual.
Hasta personas que se encontraban en el país de Hait,í en misiones humanitarias de parte de organizaciones religiosas y las Naciones Unidas, quedaron atrapados en los escombros que dejó esta terrible catástrofe.
El señor Jesucristo claramente enseñó que los desastres les ocurren por igual a gente buena como a gente mala. Sin embargo, hasta en círculos cristianos se ha dicho que la gran incidencia del espiritismo entre los haitianos ha causado que Dios los castigue con muchas desgracias, entre ellos el terremoto que ha ocurrido.
Veamos la opinión del mismo señor Jesucristo al respecto:
Lucas 13 (2001 Translation):
“1 Para ese tiempo, algunos que allí estaban le relataron acerca de ciertos galileos cuya sangre Pilatos había mezclado con los sacrificios de ellos [mismos]. 2 Entonces Jesús preguntó: “¿Creen ustedes que aquellos galileos eran peores pecadores que todos los otros galileos, [solamente] porque sufrieron estas cosas? 3 ¡No! Yo les digo que si no se arrepienten, todos ustedes también serán destruidos. 4 O aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam y los mató, ¿creen ustedes que estos eran peores pecadores que el resto de gente que vive en Jerusalén? 5 ¡No! Yo les digo que, si ustedes no se arrepienten, todos ustedes serán destruidos de la misma manera.”
Aquí Jesús menciona dos tipos de infortunios; la sangre que vierten los mismos seres humanos en su violencia unos contra otros, y los accidentes por terremotos u otras razones. Cristo, sin dejar lugar a dudas, dijo que esto no les había ocurrido a aquellos galileos por ser peores pecadores que aquellos que no sufrieron la misma suerte.
Entonces, preguntémonos nuevamente, ¿le ocurrió esta desgracia a los haitianos porque eran más pecadores que el resto de nosotros?
La única respuesta cristiana es un rotundo no.
No obstante, notemos que después de responder esta pregunta con un no tajante, Jesucristo añadió: “Yo les digo que, si ustedes no se arrepienten, todos ustedes serán destruidos de la misma manera.”
Esta parte de la respuesta refleja la enseñanza de Jesús en cuanto a lo inevitable del castigo por nuestros errores y la recompensa por nuestros aciertos.
Jesucristo enseñó que todos los actos de nuestra vida serán juzgados al tiempo de la resurrección de los muertos. (Mateo 12:36)
Lo dijo de esta manera:
Juan 5(LBLA):
“28 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo tener vida en sí mismo; 27 No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio. 30 Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió.”
De manera que, tanto aquellos que fueron asesinados por Poncio Pilatos, los que murieron aplastados por la torre de Siloam, las víctimas del terremoto de Haití, las víctimas del Holocausto, las víctimas del Tsunami asiático, y todos los demás, están destinados a levantarse en el día del juicio y responder por sus hechos actuales.
Aquellos cristianos que sean declarados justos por el Juez Ungido Jesucristo, serán inmediatamente perdonados o absueltos de sus pecados y recibirán vida eterna. (Romanos 6:7)
Los demás recibirán su justo castigo, según la gravedad de sus hechos. (Lucas 12:41-48; Romanos 2:1-16)
Recordemos las palabras del justo Elihú, cuando defendió el nombre de Jehová ante las acusaciones veladas de los amigos del rey justo Job:
Job 34:
“10…Lejos esté de Dios la iniquidad, y del Todopoderoso la maldad”
Finalmente, hagamos nuestra la siguiente promesa de Jehová:
Salmos 38 (TNM):
“34Espera en Jehová y guarda su camino, y él te ensalzará para tomar posesión de la tierra. Cuando los inicuos sean cortados tú [lo] verás.”
Por lo tanto es nuestro deber cristiano el ayudar con todos nuestros recursos disponibles a las víctimas de tan lamentable tragedia, y no juzgarlos. (Santiago 2:14-17)
Hagamos votos porque a raíz de este episodio, el amor cristiano se haga evidente y más personas den gloria al Dios de todo consuelo.
La escritura promete que muy pronto se establecerá en la tierra el Reino de Dios mediante Cristo, un rey tan poderoso, que es capaz de dominar aún a las fuerzas de la naturaleza y de devolverle la vida a los que se han dormido en la muerte. (Mateo 8:26; Juan 11:1-44)
En ese tiempo glorioso tendremos la oportunidad de encontrarnos con nuestros seres queridos que han muerto, hayan sido estos justos o injustos. (Hechos 24:14,15)
¡Esta es la verdadera esperanza que debemos abrigar los cristianos!
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