“Lo peor de la crisis todavía está por venir”
Estrecho colaborador de Rafael Correa, Pedro Paez Pérez alertó que se genera la ilusión de una recuperación para disimular una salida que será dolorosa para el Tercer Mundo. “Estados Unidos la administra, ellos son expertos en demoliciones.”
¿Creen que se viene el derrumbe del sistema capitalista? No se olviden que hay expertos en demoliciones.” La frase es lapidaria. ¿Su intención? Advertir sobre los riesgos de ilusionarse con que la crisis la sufre el centro del capitalismo, cuando es este centro de poder, Estados Unidos, el que sigue manejando los tiempos y las respuestas globales a la crisis. ¿Una crisis autogestada? No tanto, pero tampoco tan lejos. ¿Su autor? Pedro Paez Pérez, el economista que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, puso al frente de la construcción de la propuesta de Nueva Arquitectura Financiera para América Latina, cuyo primer pilar será el Banco del Sur.
Paez Pérez pasó por Buenos Aires para participar de un coloquio organizado por el Cefid.Ar (el centro de estudios formado por la banca pública y cooperativa). Este periodista tuvo oportunidad de participar de un profundo intercambio de ideas del visitante con economistas locales en la sede de Clacso de esta capital, un día después en una entrevista para Visión Siete (en la televisión pública) y, en el medio, conversaciones “mano a mano” con este especialista. De su personalidad se destacan la audacia de sus propuestas y la firme convicción “militante” con la que asume la reestructuración del sistema financiero y la reinserción estratégica de Latinoamérica en el mundo. Lo que sigue es un extracto de sus planteos.
–¿Por qué cree que la crisis internacional no ha pasado ni siquiera su peor momento?
–Eso de que “lo peor de la crisis ya pasó” parece producto de un hipnotismo sincronizado de políticos, de medios y algunos gobiernos. Es muy peligroso hacerse la ilusión de que ya se ha superado, porque lo que se ha hecho hasta acá, como medidas correctivas, no ha hecho más que exacerbar las condiciones que condujeron a la crisis. Los billones de dólares que los gobiernos centrales transfirieron al sector privado no fueron a la creación de nuevos empleos, están en la especulación. Vemos subir las bolsas sin ningún sentido, el petróleo sufre saltos espectaculares para después desbarrancarse. Los fondos de inversión se han fortalecido. No hay relación entre lo que pasa en esos mercados y la economía real. Ni los cambios de costos, ni escasez o exceso de demanda u oferta ni las perspectivas de crecimiento justifican tales movimientos. Se están formando nuevas burbujas y ahora pueden golpear principalmente a América latina.
–¿Por qué la advertencia en particular para la región?
–Por su dependencia de los recursos naturales y del precio internacional. Por su vulnerabilidad a los movimientos especulativos de capitales. Sigan con atención lo que está pasando en algunas bolsas de la región. Además, por su dependencia monetaria. Ante el debilitamiento del dólar, ¿quién sale a apuntalarlo? Los bancos centrales de los países de la región. Estados Unidos recoge los beneficios de emitir sin límites y ni siquiera tiene que hacer el esfuerzo de defender el valor de su moneda. Hay pocos estudios hechos sobre la utilización de la moneda como instrumento de dominación. Y, sin embargo, en el de-senlace de esta crisis puede ser el factor fundamental. Quien tenga mayor capacidad de emisión, corre con ventaja.
–Sin embargo, suele interpretarse que la hegemonía del dólar está cuestionada y puede ser el talón de Aquiles de Estados Unidos como economía dominante.
–Hay quienes incluso dicen que “la crisis del imperio es terminal” (se ríe). Cuando a mí me preguntan si se viene el cataclismo, el derrumbe del sistema, yo digo que no se olviden que también hay expertos en demoliciones, capaces de controlar las detonaciones, dónde y cuándo causar el daño y, lo más importante, saben qué hacer sobre los escombros. Estados Unidos está transitando la crisis administrándola. Deciden salvar a unos y a otros no. ¿Por qué cayeron los bancos de inversión Lehman Brothers y Bear Stearns antes de que aparecieran los planes de salvataje? Eran los nombres más emblemáticos del sistema financiero estadounidense, y sin embargo los deja caer porque eran los que iban a golpear a Alemania y Francia, para involucrarlos en los costos de la crisis. ¿Qué reacción tuvieron estos países? Se indignaron con Estados Unidos y los responsabilizaron de todos los males. Sin embargo, para diciembre (2008), a la reunión del Grupo de los 20 en Estados Unidos llegaron “mansitos”. ¿Qué surgió de esa reunión? Más regulaciones al sistema financiero, pero en manos de Estados Unidos y los organismos que controla, el Banco Mundial y el FMI. Es decir que concentró más la capacidad regulatoria sobre la economía mundial. Hacen la política y trasladan los costos al resto del mundo. Y eso es lo que se viene. Lo peor todavía está por pasar. Es un cuento que la crisis la tienen ellos, para el Tercer Mundo los riesgos son mucho mayores.
–Usted plantea que el tema monetario es la clave. ¿Qué significa eso para América latina?
–Que ahora es más urgente que nunca contar con una estructura financiera integral que construya las bases para una soberanía de nuevo tipo. Una organización supranacional que piense en la Patria Grande latinoamericana, planteando temas que no estaban, hasta ahora, en la agenda ni de la academia ni de los movimientos sociales ni de los políticos, como la soberanía monetaria y financiera. Seguir atados al FMI y a los organismos tradicionales es seguir contaminados por el Consenso de Washington, el “dogma” del neoliberalismo. La próxima etapa de la crisis será muy agresiva con Latinoamérica. Las condiciones que se están generando nos conducen a la barbarie. Tenemos que crear las condiciones para blindar nuestras economías, y defender la producción y el empleo. Ni siquiera estoy hablando del socialismo del siglo XXI. Digo que es imprescindible encontrar las herramientas para enfrentarnos a las condiciones de este capitalismo del siglo XXI.
–¿El Banco del Sur es esa herramienta?
–No sólo el Banco del Sur, que sería una banca de desarrollo con otro tipo de prioridades: la soberanía alimentaria y energética, el financiamiento de la economía popular, de la infraestructura que integre a los pueblos. Que impulse una base crítica de investigación en ciencia y tecnología, a partir de la cual renegociar el papel de la región en la división internacional del trabajo. Somos optimistas en que ya a fines de 2010 pueda estar funcionando. Pero también es necesario tener un fondo de estabilización soberano, un Fondo del Sur, y una moneda regional. Son los tres pilares de la nueva arquitectura financiera. Una propuesta modular, pero con la soberanía monetaria como clave.
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